Se
conocieron por internet: estaban hartos de sus respectivos matrimonios y
se dedicaron a intercambiar mensajes, a seducir. El la llamaba Azúcar;
él era el Príncipe de la Satisfacción. ¿Cuánto tiempo estuvieron así? No
se sabe. Lo cierto es que un día decidieron verse las caras, conocerse.
La relación era seria y tenían que dar el siguiente paso. Así que se
citaron. Se arreglaron para el encuentro y se presentaron en el lugar
convenido. Y ahí llegó el horror: ella era su mujer; él era su esposo.
La historia tuvo lugar en Zenica, una ciudad de la región central de
Bosnia, y la hizo pública ayer el semanario serbio Zabavnik .
¿Qué ocurrió después? Se divorciaron. En la vida real se detestaban,
aunque tampoco podían estar sin los mensajes del otro. De manera que
solo podían divorciarse. Los dos se acusaron de infidelidad.
El ya no quería irse a la cama conmigo. Yo
le decía que, ya que por el día no nos veíamos, por lo menos
aprovechásemos las pocas horas de la noche para estar juntos como
cualquier matrimonio.Pero Javier siempre me respondía con la excusa de
que tenía que concluir un trabajo para su empresa. Terminaba de cenar y
se encerraba en otra habitación de la casa. Y allí se quedaba hasta las
cuatro o las cinco de la madrugada delante del ordenador.Así noche tras
noche. Hasta que ya no pude más y me fui a un abogado. ¿El juicio? Aún
no tenemos fecha».
domingo, 27 de mayo de 2012
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