Se conocieron por internet: estaban hartos de sus respectivos matrimonios y se dedicaron a intercambiar mensajes, a seducir. El la llamaba Azúcar; él era el Príncipe de la Satisfacción. ¿Cuánto tiempo estuvieron así? No se sabe. Lo cierto es que un día decidieron verse las caras, conocerse. La relación era seria y tenían que dar el siguiente paso. Así que se citaron. Se arreglaron para el encuentro y se presentaron en el lugar convenido. Y ahí llegó el horror: ella era su mujer; él era su esposo. La historia tuvo lugar en Zenica, una ciudad de la región central de Bosnia, y la hizo pública ayer el semanario serbio Zabavnik .

¿Qué ocurrió después? Se divorciaron. En la vida real se detestaban, aunque tampoco podían estar sin los mensajes del otro. De manera que solo podían divorciarse. Los dos se acusaron de infidelidad.


El ya no quería irse a la cama conmigo. Yo le decía que, ya que por el día no nos veíamos, por lo menos aprovechásemos las pocas horas de la noche para estar juntos como cualquier matrimonio.Pero Javier siempre me respondía con la excusa de que tenía que concluir un trabajo para su empresa. Terminaba de cenar y se encerraba en otra habitación de la casa. Y allí se quedaba hasta las cuatro o las cinco de la madrugada delante del ordenador.Así noche tras noche. Hasta que ya no pude más y me fui a un abogado. ¿El juicio? Aún no tenemos fecha».